Abstract

En el entorno capitalista actual, el arte ha perdido su potencial de resistencia. La posibilidad de restituir al arte esa capacidad demanda un distanciamiento estructural frente al mercado. El gesto artístico, como ejecución singular del cuerpo humano que no se convierte en un objeto, no puede ser capturado por el mercado, pues, en el caso del gesto, la obra es la actividad misma de obrar. El gesto, en tanto que componente mínimo pero esencial del arte, no solamente se mantiene fuera del poder gravitacional del capital, sino que, al orientarse hacia la acción humana, pone en primer plano la agencia individual y colectiva de los seres humanos para pensar y actuar libremente. Para entender lo anterior, se explica de qué modo la obra/gesto, el gesto artístico, altera la noción de obra de arte, el papel del artista y del espectador y la función que ha de cumplir el museo. Finalmente, se postula el potencial político y educativo del gesto artístico como ejercicio que propicia prácticas de pensamiento libre para sensibilizar a quienes se implican en él respecto de su co-dependencia mutua y su eco-dependencia de la naturaleza.

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