Abstract

En 1902, el fundador de la AEG berlinesa, Emil Rathenau, llamó a la fuerza motriz del agua “un fantasma ... que ha completado su vuelta por el mundo”. En ese entonces, la gran mayoría de los sistemas eléctricos construidos por su empresa se basaban en el uso de carbón y, en España, sus centrales térmicas ya suministraban energía a gran parte de las ciudades. En Chile, por el contrario, debido a contratos firmados con las Municipalidades de Santiago y Valparaíso en 1898 y 1902 respectivamente, la AEG se vió obligada a instalar sistemas hidroeléctricos. El presente artículo reconstruye las disputas respectivas entre empresa y municipalidad sobre el uso de la fuerza hidráulica en Santiago y las contrasta con la situación en Cataluña, España. Ambos casos se contextualizan desde una perspectiva global de análisis geopolítico lo cual permite explicar además la red mundial de actores involucrados y las estrategias implementadas por las empresas eléctricas y bancos alemanes para conquistar el mercado mundial, hasta un poco más allá de la Primera Guerra Mundial.

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