Abstract

María Ana de Baviera, mujer culta y piadosa, ni reina, ni emperatriz, ha pasado casi desapercibida para la Historiografía. Por suerte, el legado artístico nos deja su recuerdo en un singular grabado de Johan Sadeler regido bajo la construcción de la Emblemática musical dedicado a la futura esposa de Fernando II de Habsburgo que se traduce en un revival del poder, el fervor, y la música que dio expresión a una semejanza de vida en la corte de Baviera, a la que acudieron reputados artistas en busca de mecenazgo impregnando el ducado de los nuevos espíritus creativos.

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