Abstract

En sus Noctes Atticae XIV 2, Aulo Gelio describe un caso que presidió como juez, y en el que fue incapaz de pronunciar un veredicto. Su indecisión está relacionada con el desequilibrio entre las características éticas de los litigantes y las pruebas (o la falta de ellas). Este trabajo examina el papel desempeñado por Favorino, que cita a Catón el Viejo con la intención de influir sobre Gelio para que, como juez, tomase su decisión. Enlazando esta anécdota con los debates modernos en torno a los argumenta ex persona en los juicios, este artículo defiende que Gelio no estaba confundido por una contradicción entre las pruebas, sino que, simplemente, no podía escoger entre ética y ley, los dos marcos de evaluación que podía haber utilizado para resolver el problema.

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