Abstract

Tras siglos de subordinación teológica y alienación subjetiva, la filosofía moderna comenzó a recuperarse a sí misma y a liberar al mundo del peso aplastante del Dios patriarcal. Lo hizo en virtud de los dos elementos eminentemente modernos, a saber: la inmanencia absoluta y libertad subjetiva. El giro decisivo hacia la inmanencia lo establece el idealismo absoluto y cristaliza en la filosofía hegeliana de la religión, cuya discusión dividirá al hegelianismo de derecha y de izquierda. El pensamiento de Kierkegaard emerge en el contexto de esta discusión post-hegeliana y su posición permanece ambigua «entre» la derecha y la izquierda de Hegel. A la subjetividad kierkegaardiana ser remonta tanto la «religión sin religión» del post-estructuralismo francés, como el ateísmo post-teológico de la nueva especulación materialista. En lo que sigue, intentaremos una breve lectura sobre el modo en que la conciencia religiosa ha ido avanzando desde la trascendencia más abstracta hacia la inmanencia más radical. En este proceso, Kierkegaard nos servirá de guía y referente.

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