Abstract

El puerto de Arica fue parte de la red global de intercambios establecida por las potencias noratlánticas en su proceso de expansión colonial global durante el siglo XIX, este en América Latina buscó posicionarlas como nuevas fuerzas hegemónicas en la región sustituyendo a España. Arica se constituyó como un nodo de esta red, participando en ella como una zona de intercambios comerciales y contactos interculturales. Una dimensión de estos intercambios fue el comercio de antigüedades, principalmente objetos arqueológicos asociados a cementerios prehispánicos, los que fueron explotados intensivamente desde inicios del periodo colonial hispano. De esta forma, Arica funcionó como un repositorio de especímenes arqueológicos, donde interactuaron una diversidad de agentes, dentro de los cuales, la comunidad británica residente cumplió un rol principal por sobre la élite local.

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