Abstract

<p><em>Durante la Guerra fría, el enfrentamiento entre el bloque occidental y oriental por la hegemonía mundial trascendía la esfera de la política y abarcaba ámbitos como la cultura o el estilo de vida.<strong> </strong>Los dos sistemas prometían un futuro de progreso y felicidad a una sociedad deslumbrada por la ciencia y la tecnología. En Europa occidental, la Sociedad del bienestar encontró en el estilo internacional el medio de expresión de sus aspiraciones de igualdad y modernidad, una vez liberado de la estética maquinista y la intransigencia funcionalista de entreguerras. En este sentido, el brutalismo se convirtió en uno de los lenguajes arquitectónicos oficiales del Estado del bienestar y bajo sus principios se construyeron gran parte de los equipamientos públicos sanitarios y educativos de la posguerra. Uno de los edificios paradigmáticos de la nueva monumentalidad brutalista en los Países Bajos es el Aula del TH Delft (1966) obra de la comunidad de arquitectos van den Broek & Bakema. Más allá de consideraciones estéticas, el Aula encarnaba las aspiraciones humanísticas de una vanguardia arquitectónica, el Team X, para la que el hombre y por extensión la sociedad, debían recuperar la centralidad en la construcción de un hábitat más diverso y democrático.</em></p>

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