Abstract

El propósito de este artículo es analizar la locura de Ío en los versos 561 a 886 de Prometeo encadenado, obra atribuida al tragediógrafo Esquilo. Se pretende demostrar cómo la irrupción del personaje en escena está determinada por elementos teatrales tales como la danza, la constante referencia a su vagabundeo errante, la metamorfosis de su cuerpo y el dolor que sufre por la persecución y picadura del tábano (οἶστρος), y que estos elementos, que dan cuenta del cuadro sintomatológico de su demencia, son imágenes empleadas por el autor para representar, a su vez, la condición trágica de Ío, definida por la injerencia de los dioses. El oístros, por su parte, puede concebirse como la imagen más evocativa de tales elementos en su representación teatral, puesto que todos los efectos derivados de la presencia de este insecto, es decir, persecución, baile retorcido y espasmos de dolor, se condensan en él como la causa material de la manía de Ío, tal y como ésta es tratada en Prometeo encadenado.

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