Abstract
Alfonso de Cartagena (1385-1456) escribió su Duodenarium (1442) a instancias de Fernán Pérez de Guzmán. Se trata de la respuesta a una serie de cuestiones; la última se refiere al debate de la mujer: ¿qué excelencia es mejor, la femenina o la masculina? Sostiene la superioridad de una mujer, la Virgen, sobre cualquier otro ser humano y analiza las virtudes propias de hombres (fortaleza, justicia) y mujeres (modestia, recato). Vindica la excelencia femenina mediante tres diálogos —revelador de una elaboración literaria, pero se le impuso a don Alonso el modelo del diálogo-disputa de tradición medieval— de tres parejas excelsas, correspondientes a los tres estadios de evolución moral: ley natural (Lucrecia y Catón), ley vieja (Susana y José) y ley nueva (reina Berenguela y Fernando III de Castilla). Sus ideas sobre la mujer y el matrimonio son conservadoras, rigoristas: marginación de la sexualidad y defensa firme del consentimiento parental. Completa éstas el comentario del elogio bíblico de la buena esposa (Proverbios 31), anticipo de La perfecta casada de Fray Luis de León.
Highlights
Alfonso de Cartagena (1385-1456) wrote his Duodenarium at the request of his friend Fernán Pérez de Guzmán
The last refers to the gender debate: What sort of excellence is the best, that of men or that of women? He holds that a woman, Virgin Mary, is over any human being and analyzes the virtues of men and women
He vindicates the excellence of women by means of three dialogues, that correspond to three stages of moral evolution: natural law (Lucretia, Cato), old law (Susan, Joseph), new law (Queen Berenguela, Fernando III)
Summary
La cuarta cuestión es sumamente expresiva de la encrucijada de corrientes culturales que viene a constituir el panorama literario castellano de mediados del siglo XV: «Qvis laudabilior, mirabilior ac melior reputari debet, optimus vir an optima mulier?».16. Frente a una visión sesgada y unilateral, solo atenta a los casos de mujeres perversas, Cartagena muestra a santas y a aquellas otras féminas de cuya virtud dejaron testimonio las crónicas, de que se colige la justa retribución de elogios y censuras, conforme al mérito o la culpa de la mujer: «Por e(n)de, no(n) son de culpar todas por la culpa de algu(n)as, ca si así fuese, ta(m)bién serían de culpar todos los o(m)bres, pues ouo (e) ay algu(n)os malos. Don Alfonso no escribió ningún Tratado de mugeres como sugiere el ensayo bibliográfico sobre la literatura hispánica misógina y en defensa de la mujer del Medievo e inicios de Renacimiento elaborado por Weiss 2002, La autoridad de que gozara el sabio prelado burgalés consagraría su equilibrada vindicación de la naturaleza moral de la mujer como argumento de quienes se oponían a las diatribas misóginas. Fernando de la Torre, reprodujo las glosas de don Alfonso en una de sus cartas, en que mostraba la excelencia virtuosa de las mujeres.
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