Abstract

La elección mexicana de 2018 sirvió para elegir al presidente de la República, a los diputados y senadores y, en muchos estados, para renovar los poderes Ejecutivo y Legislativo de ese nivel, además de gobiernos municipales. Elección histórica por su dimensión, lo fue aún más por el resultado: Andrés Manuel López Obrador se impuso con mayoría absoluta, umbral no superado en tres décadas, y la coalición que encabezó obtuvo, igualmente, más de la mitad de los congresistas en juego. A la par, los partidos que habían organizado el sistema partidario cayeron a sus peores promedios históricos. El artículo analiza la elección a la luz del funcionamiento del esquema administrativo y jurisdiccional, reorganizado profundamente por la reforma constitucional de 2014. Así, se enfoca en el marco general del proceso electoral. A continuación se estudia el impacto de la reforma en la administración electoral y en los componentes de naturaleza jurisdiccional; luego aborda las facetas de la participación, el desarrollo de la jornada electoral y la calificación jurisdiccional de la elección. La conclusión es una valoración del proceso y esboza las líneas de las reformas planteadas después de la elección.

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