Abstract

Desde el llamado “giro lingüístico” en filosofía y —en general— en todas las humanidades de mediados del siglo XX, ha habido una continua oscilación en la importancia concedida al código (la lengua “en sí”) y la atribuida a su “uso” (la lengua en contexto). Así pues, desde mediados de los 70, se habla también de un “giro social”. En didáctica de la lengua y la literatura, esto ha supuesto la aparición del concepto de “prácticas letradas”: la serie de usos sociales de la lengua y sus implicaciones para los individuos particulares, como son la interacción, la construcción del “yo”, el prestigio y la movilidad social, etc. A la vez, la oposición teórica entre “prácticas letradas” vs. “procesos cognitivos” se dirige desde el “giro social” (en concreto desde los Nuevos Estudios de Literacidad) en contra del cognitivismo imperante, centrado este en los procesos de abstracción y representación simbólica por parte del sujeto psicológico. En este trabajo, sin embargo, pretendemos hacer ver cómo tal concepto de “práctica” se limita a ampliar el espectro del debate lingü.stico/cognitivo sobre cultura e identidad, incluyendo en él la variedad de medios/contextos (por ejemplo, las redes sociales) su textualidad marginal (el uso “vernáculo/digital” de la lengua frente al uso dominante/ institucionalizado) y el discurso (la serie de creencias, prejuicios, actitudes respecto de una u otra “forma de comunicación”). Nuestra intención es mostrar cómo esta corriente de estudios socialmente orientados no tiene en cuenta aquello mismo que caracteriza ideológicamente a unas determinadas relaciones sociales y que, en la teoría de Juan Carlos Rodríguez (2017), se denomina “inconsciente ideológico”: en concreto, nos referimos a la ideología del “sujeto libre”, propia de nuestras relaciones sociales modernas (y posmodernas). Al igual que el lingüisticismo y el cognitivismo, el giro social entiende que el “componente ideológico” de la comunicación es un elemento contextual/externo al “sujeto comunicativo”, algo que condicionaría el valor de dichas prácticas letradas, instalando así a los individuos menos privilegiados en el “prejuicio” respecto de su propio centro subjetivo, supuestamente puro o auténtico (léase, desideologizado). Nuestro matiz a esta visión, pues, consiste en resaltar que lo ideológico, en tanto que inconsciente y sistémico, no es algo “externo”, y que por lo tanto la expresión e interacción en los márgenes (las prácticas letradas vernáculas) también reproduce la ideología dominante, independientemente de que los individuos acusen o no cierto encorsetamiento institucional.

Highlights

  • Since the so-called “linguistic turn” in philosophy and -in general- in all the humanities of the mid-20th century, there has been a continuous oscillation in the importance attached to the code and that attributed to its “use ”

  • For the teaching of language and literature, this has led to the emergence of the concept of “literate practices”: the series of social uses of language and its implications for particular individuals, such as interaction, the construction of the “self”, prestige and social mobility, etc

  • The theoretical opposition between “literacy practices” vs. “cognitive processes” is directed from the “social turn” against the prevailing cognitivism, which focuses on the processes of abstraction and symbolic representation carried out by the psychological subject

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Summary

Introducción

Que la práctica de la comunicación (oral, escrita, plástica, audiovisual o multimodal) se produce siempre dentro de aquello que llamamos “cultura” es indudable. Como decimos, hoy las nociones de cultura e identidad están en proceso de desustancialización debido a la saturación de nuevos problemas (y nuevos matices) surgidos a partir del estallido socioeconómico correspondiente a la coyuntura histórica que va de 2008 a esta parte: no solo de crisis económicas recurrentes y transición digital, sino a la vez, y por lo tanto, de transición ideológica hacia una noción de sujeto más acorde con los cambios materiales generados en el interior de las relaciones sociales (hoy, sobre todo, digitales), de lo cual el debate nocional que a continuación expondremos es muy sintomático. A continuación, vamos a ver más en detalle cómo, en este sentido de la reproducción del “yo soy (sujeto libre)” en el que se basa la noción más básica de “interpelación” en nuestras relaciones sociales, el “giro social” logra una mayor sintonía, es decir, una mayor legitimidad, con respecto a las necesidades materiales generadas por la actual coyuntura histórica. El cognitivismo resiste (y no solo en la sombra) a pesar de su actual proceso de revisión (cfr. Bruner, 1990; Pinker, 2017): casos como el del popular polemista Jordan Peterson y su defensa de la noción de jerarquía social, amparada en la supuesta armonía del mundo animal/natural, donde las capacidades cognitivas de cada individuo pueden y deben suponer la relación entre éxito y fracaso; y en absoluto está descartado como base epistemológica para el cada vez más concreto escenario de “colonización” por parte de la inteligencia artificial, también conocido como “singularidad” (Marcus, 2020)

El “giro social” y los nuevos estudios de literacidad
El problema de la oralidad y la escritura para el “giro social”
El componente ideológico en el “giro social”
Conclusión
Bibliografía
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