Abstract

Las conmemoraciones del centenario de la Primera Guerra Mundial en 2014 en Francia se han descrito por muchos comentaristas como marcadas por un nivel de consenso en contraposición al entorno político general y a los recuerdos divisivos de la Segunda Guerra Mundial. Aún así, a pesar de los deseos comunes de honorar el poilu como un símbolo de los sacrificios de todos los soldados franceses, este artículo sostiene que la aparición del consenso enmascara tensiones más profundas entre los recuerdos de la Primera Guerra Mundial y las ideas y valores que sustentan la República Francesa. Durante la guerra y el periodo posterior, los mitos de la nación en armas sirvieron para legitimar la movilización y los inmensos sacrificios del pueblo francés. Las guerras de la Revolución Francesa establecieron la noción de la responsabilidad de los franceses en la defensa de su país, creando una conexión cercana entre el servicio militar, la ciudadanía y la membresía de la nación. Sin embargo, estas ideas se desafiaron por los recuerdos de los motines de 1917 y por los castigos impuestos a aquellos que desafiaron órdenes. Tras haber sido excluidos durante largo tiempo de las conmemoraciones oficiales, en 2014 el gobierno francés procuró rehabilitar la memoria de los soldados que fueron disparados para sentar ejemplo por cometer actos de desobediencia, espionaje y ofensas criminales. El recuerdo de aquellos soldados avivó las discrepancias sobre hasta qué punto habían consentido por voluntad propia a luchar y sacrificar sus vidas. De hecho, las reclamaciones de que los soldados habían sido «víctimas» reticentes socavaron los mitos de la «Unión Sagrada» de 1914 y los mismos cimientos de los conceptos republicanos de la nación.

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