Abstract

En el análisis realizado en algunas investigaciones se logra evidenciar como el experimento mental se ha constituido, desde la edad media, en una potente estrategia para la construcción de explicaciones científicas. En el siglo XVII se destacan experimentadores mentales, como los de Galileo, Descartes, Newton y Leibniz (Brown, 1986; Koyré, 1968; Kuhn, 1964, 246-252). En los tiempos actuales, la creación de la mecánica cuántica (Kühne, 2005, pp 280-317; Popper, 1959) y la relatividad (Brown, 1987; Norton, 1991 y 1993) son casi impensables sin la función fundamental de los experimentos mentales. En el año de 1811, en un ensayo Hans Christian Ørsted, es el primero en utilizar el término Gedankenexperiment (experimentos conducidos en los pensamientos) para referirse a una fuente especial de conocimiento (cf. Ørsted, 1811), y fue también el primero en emplear el equivalente alemán Gedankenversuch en 1820. Años más tarde Ernst Mach empleó el término Gedankenexperiment de forma diferente para denotar exclusivamente la conducción imaginaria de un experimento físico real y de allí el contraste entre la experimentación física y el experimento mental. Al respecto se puede decir que fue Ernst Mach quien acuñó este término en la discusión filosófica (Mach, 1897). Este término es utilizado por Mach (1948) en un sentido amplio. Según él, fuera de laexperimentación física (empírica), el hombre que llega a un desarrollo intelectual avanzado, recurre a menudo a la experimentación mental. Sin embargo, este tipo de experimento no es usual en la enseñanza de la física. Con intenciones didácticas se realiza un análisis histórico y epistemológico de la perspectiva Mach (1948) por considerar que su particular manera de asumir estos experimentos, permite recontextualizar estos en la enseñanza de la física. En esta perspectiva se asume el experimento mental como la construcción de un escenario hipotético donde se representan circunstancias o eventos que emergen de consecuencias igualmente creadas por el sujeto a partir de conjeturas que responden a una intencionalidad. En términos, el experimento mental puede ser asumido como una acción de pensamiento donde se valoriza la experiencia conservada por el recuerdo y el lenguaje, es decir, el experimento mental se constituye en un recurso de la imaginación que permite crear o visualizar mundos posibles. A partir del análisis de situaciones clásicas como la caída de los cuerpos en Galileo, El balde con agua en Newton para ilustrar el espacio absoluto, se establecen algunas características, funciones y legitimidad de los experimentos mentales. Finalmente se establecen implicaciones didácticas que permiten ejemplificar experimentos mentales y mostrar que el experimento mental puede ser una tentativa adecuada para la enseñanza de la física.

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