La incorporación de las provincias al reformismo penitenciario nacional de finales del siglo XIX no fue una tarea sencilla. En Córdoba la dimensión presupuestaria ocupó un lugar preponderante que demoró la configuración de un área burocrática específica abocada a la administración de la Penitenciaría. En ese marco, las innovaciones producidas en los primeros años de vida del penal se encuentran asociadas a la gestión específica del director Antonio Amaya (1908-1916), funcionario que debió renunciar luego de la sublevación de internos producida el 18 de mayo de 1916. Como demostramos en este artículo, este acontecimiento puso en evidencia la relevancia que tuvieron las luchas provinciales y nacionales para explicar tanto el nombramiento de Amaya como su destitución. A través del análisis de las crónicas de la prensa local y de informes y memorias institucionales, desglosamos las diferentes causas del motín, las demandas de los internos y las conexiones con los cambios políticos producidos con la llegada del radicalismo a la presidencia de la Nación. De este modo, situamos al funcionario en el universo de disputas partidarias, más allá de su voluntad reformadora.
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