Abstract
Since legalization of recreational marijuana use in 2012, Colorado has been a site of regulatory experimentation to support commercial sales. The path to legal recreational use began with a series of policy events that expanded the state’s medical marijuana program to include the creation of dispensaries and significantly increase the number of registered users. Voters convincingly passed a constitutional amendment that permitted commercial sale of recreational marijuana, and the state has created a regulatory model, based on a private business model, to address potential negative impacts. Colorado has used state- and local-level licensing, statues, and regulations to address regulatory challenges regarding product potency, cannabis edibles, worksite and worker issues, impaired driving, commercial growing operations, locations of outlets and sites of use, and other policy issues. Jurisdictions considering recreational legalizations should consider a “harm reduction” approach to regulation that is responsive to addressing evolving adverse effects and addresses child safety, traffic safety, cannabis product safety, work and worksite safety, and other aspects of the business model in order to provide a careful approach to recreational use.
Highlights
Introducción A nivel mundial, el cannabis es la droga ilícita más consumida, y se estima que el consumo y la dependencia del cannabis han aumentado en las dos últimas décadas (Degenhardt et al, 2017).
Cada método tiene sus ventajas y desventajas; por ejemplo, un impuesto al nivel de producción dificulta el desvío fuera del estado para evitar impuestos, pero es más probable que se aplique a los consumidores que un impuesto sobre las ventas al consumidor.
En varios países del mundo han centrado esfuerzos en ciertas prioridades de aplicación que son particularmente importantes para la sociedad y sus gobiernos: prevenir la distribución de cannabis a menores; evitar que los ingresos derivados de la venta de cannabis vayan a empresas delictivas, pandillas y cárteles; prevenir el desvío de cannabis de estados donde es legal bajo la ley estatal de alguna forma a otros estados; evitar que la actividad de cannabis autorizada por el estado sea utilizada como cobertura o pretexto para el tráfico de otras drogas ilegales u otra actividad ilegal; prevenir la violencia y el uso de armas de fuego en el cultivo y distribución de cannabis; prevenir la conducción bajo efectos alucinógenos y la exacerbación de otras consecuencias adversas para la salud pública asociadas con el consumo de cannabis; prevenir el cultivo de cannabis en tierras públicas y los consiguientes peligros para la seguridad pública y el medio ambiente y prevenir la posesión o el uso de cannabis en propiedad federal.
Summary
Introducción A nivel mundial, el cannabis es la droga ilícita más consumida, y se estima que el consumo y la dependencia del cannabis han aumentado en las dos últimas décadas (Degenhardt et al, 2017).
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