Abstract

Suele suceder que la evolución del comportamiento se considera irrelevante para la comprensión de la moral humana, por el hecho de que carece de carácter normativo (el ‘debe’) y consiste enteramente en descripciones de cómo son las cosas o cómo sucedieron (el ‘es’). No obstante, el comportamiento que es producto de la evolución, incluido el de otros animales, no está completamente desprovisto de normatividad. Si se define la normatividad como la adhesión a un ideal o estándar, existe amplia evidencia de que los animales tratan a sus relaciones sociales de esta manera. En otras palabras, persiguen valores sociales. En este artículo reviso la evidencia sobre el hecho de que los primates no humanos intentan activamente preservar la armonía dentro de su red social, por ejemplo, reconciliándose después de un conflicto, protestando contra las divisiones desiguales y deteniendo peleas. Al hacerlo, corrigen las desviaciones respecto de un estado ideal. Sumado a ello, y con el fin de prevenir tales desviaciones, muestran autocontrol emocional y resolución anticipada de conflictos. El reconocimiento de la orientación hacia una meta y el carácter normativo del comportamiento social animal nos permite cerrar parcialmente la brecha entre el ‘es’ y el ‘debe’ erigida en relación con el comportamiento moral humano.

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