Abstract
En 1789 se lleva a cabo la visita o revista de inspección de las compañías de infantería fija que prestaban servicio en la Costa del Reino de Granada, constituyendo una fuerza especial dedicada a la persecución de contrabandistas y malhechores y a la prevención de ataques norteafricanos. La documentación generada por esa inspección nos descubre las facetas internas y la dependencia de estas compañías.
Highlights
Universidad Complutense MadridEl ejército español del siglo xviii tuvo una serie de unidades de organización y dependencia cambiantes, cuyo seguimiento no resulta fácil y en ocasiones, la misma denominación con que se las designa induce a confusión.
Este capítulo junto con el IX son los más minuciosos y extensos del reglamento; en el caso del IV porque, entre otras razones, los efectivos de las milicias urbanas eran el contingente más importante y así parecía exigirlo también el hecho de que su preparación militar no fuera, en principio, como la del ejército, de forma que se indica cómo deben repartirse los hombres, en qué lugares –todo ello especificado con detalle para que no hubiera posibilidad de error o mal entendimiento de las órdenes–, mecanismo del reclutamiento y admisión de los hombres, obligaciones de oficiales y tropa, procedimiento para cubrir los empleos vacantes, cuál sería su vestuario y armamento y cómo debían actuar en casos de peligros y emergencias.
Unos estadillos ilustran gráficamente la manera en que deberían registrarse las diferentes partidas económicas, lo que permite conocer con detalle los pormenores de su contabilidad y el personal que integra y está adscrito a esta fuerza
Summary
El ejército español del siglo xviii tuvo una serie de unidades de organización y dependencia cambiantes, cuyo seguimiento no resulta fácil y en ocasiones, la misma denominación con que se las designa induce a confusión. Este capítulo junto con el IX son los más minuciosos y extensos del reglamento; en el caso del IV porque, entre otras razones, los efectivos de las milicias urbanas eran el contingente más importante y así parecía exigirlo también el hecho de que su preparación militar no fuera, en principio, como la del ejército, de forma que se indica cómo deben repartirse los hombres, en qué lugares –todo ello especificado con detalle para que no hubiera posibilidad de error o mal entendimiento de las órdenes–, mecanismo del reclutamiento y admisión de los hombres, obligaciones de oficiales y tropa, procedimiento para cubrir los empleos vacantes, cuál sería su vestuario y armamento y cómo debían actuar en casos de peligros y emergencias. Unos estadillos ilustran gráficamente la manera en que deberían registrarse las diferentes partidas económicas, lo que permite conocer con detalle los pormenores de su contabilidad y el personal que integra y está adscrito a esta fuerza
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