Abstract
El artículo se centra en la (in)movilidad humana en el corredor migratorio del tapón del Darién como respuesta bilateral entre Panamá y Colombia para enfrentar la crisis migratoria en la frontera que comparten ambos países durante 2021 y 2022. El objetivo es evidenciar de qué manera esta respuesta sobre la (in)movilidad de personas puede considerarse una manifestación más de la gestión necropolítica que, junto a la ausente respuesta y cooperación entre autoridades estatales y la invisibilización del fenómeno en la región, se asocia al tratamiento de la migración forzada. La metodología empleada es deductiva y exegética, y contó con la revisión de bibliografía relacionada con las categorías de biopolítica y necropolítica, en articulación con fuentes secundarias como informes de organizaciones no gubernamentales y de organismos internacionales, reportajes de presa, así como datos oficiales. A partir de esto, se sostiene que los acuerdos por una movilidad reducida entre Panamá y Colombia remiten a los migrantes a sufrir diversas formas de violencia, representadas en espacios de vulnerabilidad, precariedad, inseguridad y muerte.
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