Abstract

Leonardo Cáceres, ex jefe de prensa de radio de Radio Magallanes, recuerda que tras los primeros bombardeos a la Moneda, el presidente Salvador Allende llamó por teléfono a la radio y pronunció su último discurso. Minutos después, la emisora fue silenciada y un puñado de sus trabajadores hizo copias de la alocución y las sacó de la oficina de la radio ubicada en calle Estado, a pocas cuadras del palacio de gobierno en pleno centro de Santiago. Con ese gesto permitieron al mundo conocer uno de los grandes discursos pronunciados por un político y valorar, en toda su inmensidad, la decisión del presidente de la República.

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