Abstract

Un hallazgo casual permitió observar que los pisos de baldosas de mármol provenientes de Carrara que forman los caminos que rodean la que fuera la Municipalidad del pueblo de Belgrano, construida en 1875, están hechos con lápidas funerarias. Hipotetizamos que dichas piezas provinieron de cementerios del pueblo y fechamos su colocación en 1908, interpretando el acto (que en otro momento hubiera sido sacrilegio) como el cierre de la larga polémica en la separación entre Estado e Iglesia. Cabe recordar que esa construcción fue sede del Gobierno Nacional en 1880, museo desde 1938 y que allí mismo hubo fuertes polémicos sobre la laicización definitiva de la muerte. La destrucción del piso sin control alguno y el hecho que diferencias políticas impidieron el trabajo arqueológico sirven para entender los problemas que aquejan a la arqueología, los museos y al patrimonio nacional, en función de la creciente politización de las decisiones y al manejo discrecional de recursos.

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