Abstract

Traducir puede tener el mismo significado que crear para autores que se mueven entre dos lenguas como Erich Fried, de origen vienés y residente en Inglaterra desde los 17 años, que escribió siempre en alemán, lengua a la que también tradujo numerosas obras, entre ellas Ariel, de Sylvia Plath. Analizar las diversas versiones de un único proceso traslativo, desde el primer borrador hasta la versión definitiva —en este caso los borradores inéditos de la traducción de «Tulips» y «Fever 103º» que Erich Fried realizó al alemán, tal y como se conservan en el archivo de la Biblioteca Nacional en Viena— puede proporcionar información extraordinaria sobre la introducción de nuevas ideas o formas artísticas en un marco lingüístico y cultural naturalmente diverso.

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